1.
Resumen:
En una ciudad de
Grecia había un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos primeras eran
hermosas. Para ensalzar la belleza de la tercera, llamada PSIQUE, no es posible
hallar palabras en el lenguaje humano. Tan hermosa era que sus conciudadanos, y
un buen número de extranjeros, acudían a admirarla. Incluso dieron en
compararla a la propia VENUS, y no advirtieron que, al descuidar los ritos
debidos a esta diosa, tal vez estaban atrayendo sobre la bella y bondadosa
joven un destino funesto.
Grecia había un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos primeras eran
hermosas. Para ensalzar la belleza de la tercera, llamada PSIQUE, no es posible
hallar palabras en el lenguaje humano. Tan hermosa era que sus conciudadanos, y
un buen número de extranjeros, acudían a admirarla. Incluso dieron en
compararla a la propia VENUS, y no advirtieron que, al descuidar los ritos
debidos a esta diosa, tal vez estaban atrayendo sobre la bella y bondadosa
joven un destino funesto.
Venus, la diosa que
está en el origen de todos los seres, herida en su orgullo, encargó a su hijo
Cupido: "Haz que Psique se inflame de amor por el más horrendo de los
monstruos" y, dicho esto, se sumergió en el mar con su cortejo de nereidas
y delfines.
está en el origen de todos los seres, herida en su orgullo, encargó a su hijo
Cupido: "Haz que Psique se inflame de amor por el más horrendo de los
monstruos" y, dicho esto, se sumergió en el mar con su cortejo de nereidas
y delfines.
Psique, con el correr
del tiempo, fue conociendo el precio amargo de su hermosura. Sus hermanas
mayores se habían casado ya, pero nadie se había atrevido a pedir su mano: al
fin y al cabo, la admiración es vecina del temor...
del tiempo, fue conociendo el precio amargo de su hermosura. Sus hermanas
mayores se habían casado ya, pero nadie se había atrevido a pedir su mano: al
fin y al cabo, la admiración es vecina del temor...
Sus padres consultaron
entonces al oráculo: "A lo más alto contestó: la llevarás del monte, donde
la desposará un ser ante el que tiembla el mismo Júpiter". El corazón de
los reyes se heló, y donde antes hubo loas, todo fueron lágrimas por la suerte
fatal de la bella Psique. Ella, sin embargo, avanzó decidida al encuentro de la
desdicha.
entonces al oráculo: "A lo más alto contestó: la llevarás del monte, donde
la desposará un ser ante el que tiembla el mismo Júpiter". El corazón de
los reyes se heló, y donde antes hubo loas, todo fueron lágrimas por la suerte
fatal de la bella Psique. Ella, sin embargo, avanzó decidida al encuentro de la
desdicha.
Sobre un lecho de roca
quedó muerta de miedo Psique, en lo alto del monte, mientras el fúnebre cortejo
nupcial se retiraba. En estas que se levantó un viento, se la llevó en volandas
y la depositó suavemente en un pradera cuajada en flor. Tras el estupor inicial
Psique se adormeció.
quedó muerta de miedo Psique, en lo alto del monte, mientras el fúnebre cortejo
nupcial se retiraba. En estas que se levantó un viento, se la llevó en volandas
y la depositó suavemente en un pradera cuajada en flor. Tras el estupor inicial
Psique se adormeció.
Al despertar, la joven
vio junto al prado una fuente, y más allá un palacio. Entró en él y quedó
asombrada por la factura del edificio y sus estancias; su asombro creció cuando
unas voces angélicas la invitaron a comer de espléndidos platos y a acostarse
en un lecho. Cayó entonces la noche, y en la oscuridad sintió Psique un rumor.
Pronto supo que su secreto marido se había deslizado junto a ella. La hizo
suya, y partió antes del amanecer.
vio junto al prado una fuente, y más allá un palacio. Entró en él y quedó
asombrada por la factura del edificio y sus estancias; su asombro creció cuando
unas voces angélicas la invitaron a comer de espléndidos platos y a acostarse
en un lecho. Cayó entonces la noche, y en la oscuridad sintió Psique un rumor.
Pronto supo que su secreto marido se había deslizado junto a ella. La hizo
suya, y partió antes del amanecer.
Pasaron los días por
la soledad de Psique, y con ellos sus noches de placer. En una ocasión su
desconocido marido le advirtió: "Psique, tus hermanas querrán perderte y
acabar con nuestra dicha". "Mas añoro mucho su compañía dijo ella
entre sollozos. Te amo apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi
sangre". "Sea ", contestó el marido, y al amanecer se escurrió
una vez más de entre sus brazos.
la soledad de Psique, y con ellos sus noches de placer. En una ocasión su
desconocido marido le advirtió: "Psique, tus hermanas querrán perderte y
acabar con nuestra dicha". "Mas añoro mucho su compañía dijo ella
entre sollozos. Te amo apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi
sangre". "Sea ", contestó el marido, y al amanecer se escurrió
una vez más de entre sus brazos.
De día aparecieron
junto a palacio sus hermanas y le preguntaron, envidiosas, quién era su rico
marido. Ella titubeó, dijo que un apuesto joven que ese día andaba de caza y,
para callar su curiosidad, las colmó de joyas. Poco antes de que anocheciera,
Psique tranquilizó a sus hermanas y las despidió hasta otra ocasión.
junto a palacio sus hermanas y le preguntaron, envidiosas, quién era su rico
marido. Ella titubeó, dijo que un apuesto joven que ese día andaba de caza y,
para callar su curiosidad, las colmó de joyas. Poco antes de que anocheciera,
Psique tranquilizó a sus hermanas y las despidió hasta otra ocasión.
Con el tiempo, y como
no podía ser de otra forma, Psique quedó encinta. Pidió entonces a su marido
que hiciera llegar a sus hermanas de nuevo, ya que quería compartir con ellas
su alegría. Él rezongó pero, tras cruzar parecidas razones, acabó accediendo.
no podía ser de otra forma, Psique quedó encinta. Pidió entonces a su marido
que hiciera llegar a sus hermanas de nuevo, ya que quería compartir con ellas
su alegría. Él rezongó pero, tras cruzar parecidas razones, acabó accediendo.
Al día siguiente
llegaron junto a palacio sus hermanas. Felicitaron a Psique, la llenaron de
besos y de nuevo le preguntaron por su marido. "Está de viaje, es un rico
mercader, y a pesar de su avanzada edad..." Psique se sonrojó, bajó la
cabeza y acabó reconociendo lo poco que conocía de él, aparte de la dulzura de
su voz y la humedad de sus besos... "Tiene que ser un monstruo ",
dijeron ellas, aparentemente horrorizadas, "la serpiente de la que nos han
hablado. Has de hacer, Psique, lo que te digamos o acabará por devorarte".
Y la ingenua Psique asintió.
llegaron junto a palacio sus hermanas. Felicitaron a Psique, la llenaron de
besos y de nuevo le preguntaron por su marido. "Está de viaje, es un rico
mercader, y a pesar de su avanzada edad..." Psique se sonrojó, bajó la
cabeza y acabó reconociendo lo poco que conocía de él, aparte de la dulzura de
su voz y la humedad de sus besos... "Tiene que ser un monstruo ",
dijeron ellas, aparentemente horrorizadas, "la serpiente de la que nos han
hablado. Has de hacer, Psique, lo que te digamos o acabará por devorarte".
Y la ingenua Psique asintió.
"Cuando esté
dormido dijeron las hermanas, coge una lámpara y este cuchillo y córtale la
cabeza". Enseguida partieron, y dejaron sumida a Psique en un mar de
turbaciones. Pero cayó la noche, llegó con ella el amor que acostumbraba y,
tras el amor, el sueño.
dormido dijeron las hermanas, coge una lámpara y este cuchillo y córtale la
cabeza". Enseguida partieron, y dejaron sumida a Psique en un mar de
turbaciones. Pero cayó la noche, llegó con ella el amor que acostumbraba y,
tras el amor, el sueño.
La curiosidad y el
miedo tiraban de Psique, que se revolvía entre las sábanas. Decidida a
enfrentar al destino, sacó por fin de bajo la cama el cuchillo y una lámpara de
aceite. La encendió y la acercó despacio al rostro de su amor dormido. Era...
el propio dios Cupido, joven y esplendoroso: unos mechones dorados acariciaban
sus mejillas, en el suelo el carcaj con sus flechas. La propia lámpara se avivó
de admiración; la lámpara, sí, y una gota encendida de su aceite cayó sobre el
hombro del dios, que despertó sobresaltado.
miedo tiraban de Psique, que se revolvía entre las sábanas. Decidida a
enfrentar al destino, sacó por fin de bajo la cama el cuchillo y una lámpara de
aceite. La encendió y la acercó despacio al rostro de su amor dormido. Era...
el propio dios Cupido, joven y esplendoroso: unos mechones dorados acariciaban
sus mejillas, en el suelo el carcaj con sus flechas. La propia lámpara se avivó
de admiración; la lámpara, sí, y una gota encendida de su aceite cayó sobre el
hombro del dios, que despertó sobresaltado.
Al ver traicionada su
confianza, Cupido se arrancó de los brazos de su amada y se alejó mudo y
pesaroso. En la distancia se volvió y dijo a Psique: "Llora, sí. Yo
desobedecí a mi madre Venus desposándote. Me ordenó que te venciera de amor por
el más miserable de los hombres, y aquí me ves. No pude yo resistirme a tu
hermosura. Y te amé... Que te amé, tú lo sabes. Ahora el castigo a tu traición
será perderme". Y dicho esto se fue.
confianza, Cupido se arrancó de los brazos de su amada y se alejó mudo y
pesaroso. En la distancia se volvió y dijo a Psique: "Llora, sí. Yo
desobedecí a mi madre Venus desposándote. Me ordenó que te venciera de amor por
el más miserable de los hombres, y aquí me ves. No pude yo resistirme a tu
hermosura. Y te amé... Que te amé, tú lo sabes. Ahora el castigo a tu traición
será perderme". Y dicho esto se fue.
Quedó Psique desolada
y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar, inútilmente, el favor de
los dioses: la cólera de Venus la perseguía. La diosa finalmente dio con ella,
menospreció el embarazo de la joven, le dio unos cuantos sopapos y la encerró
con sus sirvientas Soledad y Tristeza.
y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar, inútilmente, el favor de
los dioses: la cólera de Venus la perseguía. La diosa finalmente dio con ella,
menospreció el embarazo de la joven, le dio unos cuantos sopapos y la encerró
con sus sirvientas Soledad y Tristeza.
El caso es que Venus
decidió someter a Psique a varias pruebas, convencida de que no podría
superarlas; mas acudieron en ayuda de la joven las compasivas hormigas, las
cañas de los ríos y las aves del cielo. La última prueba, en cambio, fue la más
terrible: Psique bajó a los infiernos en busca de una cajita que contenía
hermosura divina. En el camino de regreso, sin embargo, quiso ella misma
ponerse un poco y, al abrir la caja, un sueño insoportable se abatió sobre
ella. Y habría muerto, de no ser porque Cupido, su loco enamorado, acudió a
despertarla: "Lleva rápidamente la cajita a mi madre, que yo intentaré
arreglarlo todo" dijo, y se fue volando.
decidió someter a Psique a varias pruebas, convencida de que no podría
superarlas; mas acudieron en ayuda de la joven las compasivas hormigas, las
cañas de los ríos y las aves del cielo. La última prueba, en cambio, fue la más
terrible: Psique bajó a los infiernos en busca de una cajita que contenía
hermosura divina. En el camino de regreso, sin embargo, quiso ella misma
ponerse un poco y, al abrir la caja, un sueño insoportable se abatió sobre
ella. Y habría muerto, de no ser porque Cupido, su loco enamorado, acudió a
despertarla: "Lleva rápidamente la cajita a mi madre, que yo intentaré
arreglarlo todo" dijo, y se fue volando.
En la morada de los
dioses, a petición de Cupido, Zeus determinó que los amantes podían vivir
juntos. Así que Hermes raptó a Psique y la llevó al cielo, donde se hizo
inmortal. Y fueron juntos felices Cupido y Psique y a su debido tiempo tuvieron
una niña a la que en la tierra llamamos Voluptuosidad.
dioses, a petición de Cupido, Zeus determinó que los amantes podían vivir
juntos. Así que Hermes raptó a Psique y la llevó al cielo, donde se hizo
inmortal. Y fueron juntos felices Cupido y Psique y a su debido tiempo tuvieron
una niña a la que en la tierra llamamos Voluptuosidad.
2. Vida
y obra del autor:
y obra del autor:
Apuleyo, a veces llamado Lucio Apuleyo .
Lucio se toma del protagonista una de sus obras, El asno de oro- fue el escritor romano más importante del siglo II, muy
admirado tanto en vida como por la posteridad. Posiblemente un bereber
muy romanizado, nació en Madaura (ciudad romana de Numidia
en la frontera con Getulia), en la actualidad conocida como Mdaourouch (Argelia).
En su tiempo fue una zona alejada de los principales centros culturales de la
latinidad, radicados en Italia, aunque el desarrollo urbano y económico de la
misma permitieron que, hacia el siglo II, importantes intelectuales y políticos
romanos procedieran de la zona.
Lucio se toma del protagonista una de sus obras, El asno de oro- fue el escritor romano más importante del siglo II, muy
admirado tanto en vida como por la posteridad. Posiblemente un bereber
muy romanizado, nació en Madaura (ciudad romana de Numidia
en la frontera con Getulia), en la actualidad conocida como Mdaourouch (Argelia).
En su tiempo fue una zona alejada de los principales centros culturales de la
latinidad, radicados en Italia, aunque el desarrollo urbano y económico de la
misma permitieron que, hacia el siglo II, importantes intelectuales y políticos
romanos procedieran de la zona.