Dicen que a los romanos el siroco no les hace efecto: han nacido con él. Pero yo soy romano, nacido y bautizado en la Plaza Campitelli, y el siroco me saca de mis casillas. Mi madre, que lo sabe, cuando ve por la mañana el cielo blanco y siente el aire pegajoso, y luego me mira y ve que tengo los ojos turbios y la palabra escasa, siempre me recomienda, mientras me visto para ir a trabajar:
—Conserva la calma... No te enfades... Contrólate.
Mi madre, pobrecilla, me lo recomienda porque sabe que en esos días puede darse que acabe en la cárcel o en el hospital. Ella los llama «mis días». Les dice a las vecinas:
—Gigi, esta mañana, se ha ido con una cara que metía miedo... Claro, son sus días.
A pesar de que soy bajo, menudo y sin nada de músculos, en los días de siroco me entra el prurito de buscar pelea o, como decimos los romanos, de armar camorra. Voy por ahí mirando a los hombres, sobre todo a los forzudos, y pienso: «A ése, de un puñetazo, le rompería la nariz... Y a ese otro me gustaría hacerlo saltar a patadas en el trasero... ¿Y a ése? Un par de bofetadas que le pusieran la cara morada.» Sueños; en realidad, todos son más fuertes que yo. Para pegar a alguien tendría que habérmelas con un niño. Y aun así... Hay algunos chicos sueltos de manos, pérfidos, que se lanzan con la cabeza gacha y a lo mejor te largan una patada al bajo vientre, que a mí me dan miedo.
Para colmo de desgracia, he elegido un oficio que no me va bien: camarero en un café. Los camareros, ya se sabe, tienen que ser amables suceda lo que suceda. La amabilidad, en su caso, es como la servilleta que llevan al hrazo, como la bandeja en la que traen las bebidas: un instrumento del oficio. Dicen que los camareros tienen los pies llenos de callos. Yo no los tengo, pero es como si los tuviese, y los clientes no hacen más que pisármelos. Con mi sensibilidad, la mínima observación, la mínima grosería me enfurece. Y, en cambio, me toca tragármela, inclinarme, sonreír, halagar. Pero se me pone en la cara un tic nervioso que es la señal de mi bilis. Los del café, que lo saben, cuando me ven torcer la cara dicen enseguida:
—Eh, Gigi!... ¿Te ha ido mal? ¿Qué te han hecho?
En resumidas cuentas, se burlan. Pero algunas veces logro desahogar estas enormes ganas de insultar y de agredir. Elijo un lugar muy concurrido, una plaza, un local público, busco a mi tipo después de una larga observación, lo ataco con un pretexto cualquiera, lo ofendo. Naturalmente, él intenta lanzarse contra mí, pero de inmediato lo contienen cuatro o cinco pacificadores, se meten en medio. Yo me aprovecho para insultarlo aún más, bien a gusto, y luego me alejo. Y ese día me siento mejor.
Bueno, una de esas mañanas que el siroco podía cortarse con un cuchillo salí con el diablo en el cuerpo. Una frase, sobre todo, rondaba mis oídos: «Si no te callas, te hago comer tu sombrero.» ¿Dónde la había oído? Misterio; quizás el siroco me la había sugerido en sueños. Siempre revolviendo estas palabras en mi cabeza, cogí el tranvía para ir al café, un local hacia la Plaza Fiume.
La romana ( fragmento 2 )
A veces, oyendo aquellas músicas, llegaba a llorar por la amargura de sentirme excluida. Entonces era muy sentimental y cualquier cosa, una desatención de una amiga, un reproche de mi madre, una escena conmovedora en el cine, bastaba para hacerme derramar unas lágrimas. Es posible que nunca hubiera experimentado ese sentimiento de un mundo feliz y prohibido si mi madre no me hubiera mantenido
durante mi infancia tan alejada de aquel parque de atracciones como de cualquier otra diversión. Pero la viudez de mi madre, su pobreza y, sobre todo, su hostilidad para con las distracciones de las que su suerte había sido tan avara, no me permitieron poner los pies en el parque de atracciones ni en ningún otro lugar de
diversión hasta mucho más tarde, cuando ya era muchacha y mi carácter estaba formado. Probablemente se debe a esto que toda la vida haya experimentado una sospecha de estar excluida del mundo alegre y brillante de la felicidad. Sospecha de la que no consigo liberarme en ningún momento, ni siquiera cuando estoy segura
de ser feliz.
Ya he dicho que entonces pensaba sobre todo en casarme y ahora puedo explicar cómo se me ocurría este pensamiento. La calle del barrio suburbano en la que se alzaba nuestra casa penetraba un poco más arriba en una zona menos pobre. En vez de las alargadas y bajas casas de los ferroviarios que parecían cansados y polvorientos vagones de tren, surgían numerosos chalets rodeados de jardines. No eran lujosos, pues en ellos habitaban empleados y pequeños comerciantes, pero, comparados con nuestra sórdida casa, daban la sensación de una vida más desahogada y alegre. Ante todo, eran distintos el uno del otro y no mostraban los desconchados, los renegridos y las grietas que en mi casa y en las otras como la mía hacían pensar en un antiguo desamor de sus habitantes, y después, los pequeños pero espesos jardines que los rodeaban sugerían la idea de una celosa intimidad, apartada de la confusión y de la promiscuidad de la calle. En cambio, en mi casa la calle estaba por todas partes: en el amplio zaguán, que parecía un almacén para guardar mercancías, en la escalera ancha, sucia y desnuda, y hasta en las habitaciones cuyos muebles desvencijados y amontonados hacían pensar en los ropavejeros que, para venderlos, los exponen así en las aceras.
durante mi infancia tan alejada de aquel parque de atracciones como de cualquier otra diversión. Pero la viudez de mi madre, su pobreza y, sobre todo, su hostilidad para con las distracciones de las que su suerte había sido tan avara, no me permitieron poner los pies en el parque de atracciones ni en ningún otro lugar de
diversión hasta mucho más tarde, cuando ya era muchacha y mi carácter estaba formado. Probablemente se debe a esto que toda la vida haya experimentado una sospecha de estar excluida del mundo alegre y brillante de la felicidad. Sospecha de la que no consigo liberarme en ningún momento, ni siquiera cuando estoy segura
de ser feliz.
Ya he dicho que entonces pensaba sobre todo en casarme y ahora puedo explicar cómo se me ocurría este pensamiento. La calle del barrio suburbano en la que se alzaba nuestra casa penetraba un poco más arriba en una zona menos pobre. En vez de las alargadas y bajas casas de los ferroviarios que parecían cansados y polvorientos vagones de tren, surgían numerosos chalets rodeados de jardines. No eran lujosos, pues en ellos habitaban empleados y pequeños comerciantes, pero, comparados con nuestra sórdida casa, daban la sensación de una vida más desahogada y alegre. Ante todo, eran distintos el uno del otro y no mostraban los desconchados, los renegridos y las grietas que en mi casa y en las otras como la mía hacían pensar en un antiguo desamor de sus habitantes, y después, los pequeños pero espesos jardines que los rodeaban sugerían la idea de una celosa intimidad, apartada de la confusión y de la promiscuidad de la calle. En cambio, en mi casa la calle estaba por todas partes: en el amplio zaguán, que parecía un almacén para guardar mercancías, en la escalera ancha, sucia y desnuda, y hasta en las habitaciones cuyos muebles desvencijados y amontonados hacían pensar en los ropavejeros que, para venderlos, los exponen así en las aceras.
Cara de salchichero
No soy precisamente feo, aunque sea bajito: rubio, con una cara blanca y roja, ojos celestes. De niño, mi madre decía que me parecía en todo al Niño Jesús: luego, al crecer, cambié un poco por culpa de que tengo la nariz con las ventanillas muy abiertas y la boca algo torcida; de modo que los amigos, quién sabe por qué, empezaron enseguida a llamarme «el salchichero». Sin embargo, no soy feo, como ya dije; pero como siempre estaba tan atareado con el comercio, había dedicado poco tiempo a las chicas, hasta ahora. Pero ya tenía dinero y también tiempo, de forma que decidí encontrar una chica.
Empecé a buscarla. Por la mañana, hacia el mediodía, salía en coche y corría a los barrios altos. Pasaba y repasaba de arriba abajo por vía Véneto y luego recorría de cabo a rabo Villa Borghese, via Pinciana, el Muro Torto. Pensaba justamente que esos eran los sitios mejores para asediar a las mujeres, ante todo porque las chicas guapas de Roma van por allí a lucirse y a presumir con sus trajes nuevos, y además porque son sitios amplios, poco frecuentados, donde un coche puede seguir a una mujer y la mujer puede aceptar subir en él sin llamar la atención. Seguía, pues, a una u otra chica, con el coche, a paso de hombre y, en un lugar propicio, abría la portezuela y decía, asomándome:
—Señorita, ¿me permite que la acompañe? —o algo por el estilo.
¿Lo creerán ustedes? Nunca aceptó ninguna. Unas seguían su camino como si no me hubieran visto ni oído; otras respondían, secamente.
—No, gracias, prefiero caminar.
Y otras, más descorteses:
—¡Déjeme en paz o llamo a un guardia!
Una me dijo un día: «Cierra el pico, cataplasma», que significa precisamente un hombre que fastidia a las mujeres en la calle.
Empecé a buscarla. Por la mañana, hacia el mediodía, salía en coche y corría a los barrios altos. Pasaba y repasaba de arriba abajo por vía Véneto y luego recorría de cabo a rabo Villa Borghese, via Pinciana, el Muro Torto. Pensaba justamente que esos eran los sitios mejores para asediar a las mujeres, ante todo porque las chicas guapas de Roma van por allí a lucirse y a presumir con sus trajes nuevos, y además porque son sitios amplios, poco frecuentados, donde un coche puede seguir a una mujer y la mujer puede aceptar subir en él sin llamar la atención. Seguía, pues, a una u otra chica, con el coche, a paso de hombre y, en un lugar propicio, abría la portezuela y decía, asomándome:
—Señorita, ¿me permite que la acompañe? —o algo por el estilo.
¿Lo creerán ustedes? Nunca aceptó ninguna. Unas seguían su camino como si no me hubieran visto ni oído; otras respondían, secamente.
—No, gracias, prefiero caminar.
Y otras, más descorteses:
—¡Déjeme en paz o llamo a un guardia!
Una me dijo un día: «Cierra el pico, cataplasma», que significa precisamente un hombre que fastidia a las mujeres en la calle.
Un paseo por Sitges. Laura 1º ESO
Sitges era un pueblo marinero ; actualmente es un lugar turístico muy importante . Está a unos
Tiene 17 playas y un clima muy suave . Una parte de la población son personas que han venido de otros países y se han quedado por su clima y su tranquilidad .
La animación de las calles de Sitges no cesa ni durante el día ni durante la noche. En la época estival, el descanso en las playas, las compras en las muchas tiendas artesanales de Sitges, el placer de la buena mesa y la diversión nocturna se convierten en la agradable rutina de los visitantes. En Sitges no hay lugar para el estrés ni para el aburrimiento de quien escoge este pueblo de la costa catalana para sus vacaciones.
La presencia del deporte también se hace patente en la vida de Sitges, siendo obviamente los deportes náuticos uno de los mayores atractivos para quien busca unas vacaciones activas. Es intensa la actividad en los 3 puertos de Sitges.
A lo largo del año se organizan en Sitges diferentes actividades y eventos que, junto a las fiestas tradicionales . Destacamos por su fama mundial el Carnaval de Sitges, el Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror, y el Rally de Coches de Época Barcelona-Sitges, entre otros.
las islas Eólicas. Noelia 4º ESO
Al norte de Sicilia y frente a la ciudad de Milazzo, emergen del mar siete islas de una belleza incomparable. Estas islas son de origen volcánico con una naturaleza todavía salvaje.
Las siete islas gozan de un clima suave y están poco pobladas.
Destacamos la isla de Vulcano y sus lodos termales naturales, el volcán en erupción constante de Stromboli, la reserva natural de Salina o cala Junco, en Panarea.
Las islas Eolias son un maravilloso lugar apartado idóneo donde ir a descansar, hacer excursiones a pie, en barca, bañarse en alguna de sus numerosas calas entre otras muchas actividades relacionadas con el mar.
La más famosa y peligrosa de las islas Eolias, Stromboli por su volcán.
La isla, no está demasiado habitada, ofrece unos sorprendentes contrastes de color.
En la isla se pueden realizar varias excursiones, como una visita nocturna por mar para admirar los ríos de magma que se deslizan desde lo alto del cráter; el baño en algunas de las playas o calas de arenas negras o, la más impresionante de las excursiones, la ascensión al volcán, desde donde se pueden observar, a unos 200 metros de distancia, el cráter .
Stromboli es una de las islas Eolias más famosa también por su leyenda y sus escenarios de películas.
Lípari es la mayor de las islas, la más poblada y la capital del archipiélago. Es un encantador pueblo mediterráneo de casitas blancas y calles estrechas y con una acrópolis en lo alto de la roca, repleto de vida, comercios y hoteles .
En su costa están los farallones.
La acrópolis, en lo alto de la roca y desde la que se domina todo el pueblo así como sus puertos, es el centro histórico de la isla. También destacan las murallas hechas por los españoles en el siglo XVI.
La acrópolis destaca por sus maravillosas vistas sobre el puerto.
Las siete islas gozan de un clima suave y están poco pobladas.
Destacamos la isla de Vulcano y sus lodos termales naturales, el volcán en erupción constante de Stromboli, la reserva natural de Salina o cala Junco, en Panarea.
Las islas Eolias son un maravilloso lugar apartado idóneo donde ir a descansar, hacer excursiones a pie, en barca, bañarse en alguna de sus numerosas calas entre otras muchas actividades relacionadas con el mar.
La más famosa y peligrosa de las islas Eolias, Stromboli por su volcán.
La isla, no está demasiado habitada, ofrece unos sorprendentes contrastes de color.
En la isla se pueden realizar varias excursiones, como una visita nocturna por mar para admirar los ríos de magma que se deslizan desde lo alto del cráter; el baño en algunas de las playas o calas de arenas negras o, la más impresionante de las excursiones, la ascensión al volcán, desde donde se pueden observar, a unos 200 metros de distancia, el cráter .
Stromboli es una de las islas Eolias más famosa también por su leyenda y sus escenarios de películas.
Lípari es la mayor de las islas, la más poblada y la capital del archipiélago. Es un encantador pueblo mediterráneo de casitas blancas y calles estrechas y con una acrópolis en lo alto de la roca, repleto de vida, comercios y hoteles .
En su costa están los farallones.
La acrópolis, en lo alto de la roca y desde la que se domina todo el pueblo así como sus puertos, es el centro histórico de la isla. También destacan las murallas hechas por los españoles en el siglo XVI.
La acrópolis destaca por sus maravillosas vistas sobre el puerto.
profesor triunfador , profesor fracasado
Las nueve y media. Salgo del bar donde me he tomado la pasta y el café, bajo la mirada perpleja del camarero que sin duda se pregunta por qué no desayuno en casa; voy hacia nuestro edificio y entro en el patio donde suelo aparcar mi maltrecho utilitario. Antes del accidente, a menudo coincidía con mi padre que entonces salía del otro lado del patio con su gran Mercedes, y no podía por menos de sentir esa sensación de malestar que sufre uno al ver la propia imagen de repente reflejada en un espejo imprevisto y deformante. Él, profesor universitario de física; yo, profesor universitario de literatura francesa. Él, famoso; yo, desconocido. Él, contento de su condición; yo, no. Él, perfectamente integrado y yo prácticamente marginado. Él era para mí un espejo conminatorio en el que yo me miraba con la esperanza de no encontrar parecido alguno y el temor de descubrir en cambio algún rasgo en común. Pero ¿por qué esa esperanza y ese temor? ¿No éramos acaso dos personas completamente distintas? ¿Y por qué además, ahora que el coche de mi padre ya no está estacionado en el patio al lado del mío, sufro casi un sentimiento de vacío y de desequilibrio? ¿Es posible que yo exista sólo en tanto que él existe?
De todas formas, el hecho de ejercer la misma profesión siempre me ha inspirado no sé qué sentido del ridículo, como si se tratara de una curiosa coincidencia cuyo significado no acabo de entender. Antes del accidente, sentado a la mesa frente a él a la hora de nuestros almuerzos casi siempre monótonos y silenciosos, se me ocurría imaginar conversaciones de este tipo: "Profesor, yo odio la física". "Profesor, yo odio la literatura francesa". "Profesor, no me gustas nada: eres un burgués, un príncipe de la cátedra, un hombre del establisment". "Y tú, querido profesor, has fracasado en la lucha estudiantil, y eres un don nadie en la enseñanza y en la vida". Pues sí, ¡resulta difícil convivir con el propio padre!
Lo que está muy claro es que yo he fracasado en mi trabajo de profesor. Para empezar, no me gusta dar clases aunque enseñe literatura francesa, un tema que conozco a fondo y con el que disfruto. No me gusta enseñar porque me canso -hay profesores que logran no cansarse jamás, pues convierten la clase en una rutina, pero yo no lo he conseguido- y además porque, mientras hablo desde la cátedra, no puedo por menos de pensar que mis alumnos no comprenden nada de lo que voy explicando, y que además no les importa en absoluto comprender. Pero hay otro motivo más insólito por el que no me gusta enseñar: durante la clase a menudo no puedo controlar mi entusiasmo por uno u otro autor de los que estoy hablando. Olvido entonces que estoy delante de los alumnos -las "bestias", como suelo llamarlos para mis adentros cuando estoy de mal humor- y me entretengo en divagaciones e interpretaciones de las que luego, en los momentos de lucidez, me arrepiento y avergüenzo, como si hubiera abierto mi corazón a un público indigno. Pero, ya lo he dicho, no soy un hombre rutinario, así que las horas que paso dando clase son un continuo y molesto vaivén entre el aburrimiento, cuando me limito a la información, y la rabia por haberme abandonado a las divagaciones.
De todas formas, el hecho de ejercer la misma profesión siempre me ha inspirado no sé qué sentido del ridículo, como si se tratara de una curiosa coincidencia cuyo significado no acabo de entender. Antes del accidente, sentado a la mesa frente a él a la hora de nuestros almuerzos casi siempre monótonos y silenciosos, se me ocurría imaginar conversaciones de este tipo: "Profesor, yo odio la física". "Profesor, yo odio la literatura francesa". "Profesor, no me gustas nada: eres un burgués, un príncipe de la cátedra, un hombre del establisment". "Y tú, querido profesor, has fracasado en la lucha estudiantil, y eres un don nadie en la enseñanza y en la vida". Pues sí, ¡resulta difícil convivir con el propio padre!
Lo que está muy claro es que yo he fracasado en mi trabajo de profesor. Para empezar, no me gusta dar clases aunque enseñe literatura francesa, un tema que conozco a fondo y con el que disfruto. No me gusta enseñar porque me canso -hay profesores que logran no cansarse jamás, pues convierten la clase en una rutina, pero yo no lo he conseguido- y además porque, mientras hablo desde la cátedra, no puedo por menos de pensar que mis alumnos no comprenden nada de lo que voy explicando, y que además no les importa en absoluto comprender. Pero hay otro motivo más insólito por el que no me gusta enseñar: durante la clase a menudo no puedo controlar mi entusiasmo por uno u otro autor de los que estoy hablando. Olvido entonces que estoy delante de los alumnos -las "bestias", como suelo llamarlos para mis adentros cuando estoy de mal humor- y me entretengo en divagaciones e interpretaciones de las que luego, en los momentos de lucidez, me arrepiento y avergüenzo, como si hubiera abierto mi corazón a un público indigno. Pero, ya lo he dicho, no soy un hombre rutinario, así que las horas que paso dando clase son un continuo y molesto vaivén entre el aburrimiento, cuando me limito a la información, y la rabia por haberme abandonado a las divagaciones.
Granada por Sonia 2 ESO
Paseamos por Granada antes de ir a nuestro cortijo ; compramos alfajores, turrón y caramelos para los niños. En Granada todo es bonito : los monumentos, plazas y rincones, montañas, llanuras . Nosotros no visitamos la Alhambra porque mi tío venía muy cansado de conducir toda la noche y mientras él descansaba en un bar , mi madre , mi tía y yo entrabamos cinco minutos en La Catedral . A mi lo que más me gusta es el centro , el Albaycín y el Sacromonte.
El Albaicín es un antiguo barrio musulmán que aun mantiene el trazado urbano de la época nazarí, sus calles empedradas, sus cármenes (casas de muros altos con un jardín interior o huerto). Todo son calles estrechas donde apenas hay coches .
Uno de los lugares donde se puede hacer fotos bonitas es desde el Mirador de San Nicolás.
En el Sacromonte conviven gitanos, , hosteleros, empresarios y un buen puñado de extranjeros que, se compraron una cueva, la rehabilitaron y hoy la utilizan como vivienda habitual. También las hay de alquiler. El Sacromonte sigue siendo la mejor cantera del flamenco .
Al mediodía nos fuimos a tomar cerveza y tapas y así poder reanudar el viaje hasta el cortijo. Mi madre y mi tía nacieron y se criaron allí . Hace poco mi tía lo compró con la intención de irse a vivir definitivamente cuando se jubile. Pero yo no lo creo , hará lo que ha hecho siempre viaje para el cortijo , viaje para Sabadell .
Bueno , solo os puedo decir que si os animáis , vengáis a Granada . La alegría está asegurada .
Adeu.
El Albaicín es un antiguo barrio musulmán que aun mantiene el trazado urbano de la época nazarí, sus calles empedradas, sus cármenes (casas de muros altos con un jardín interior o huerto). Todo son calles estrechas donde apenas hay coches .
Uno de los lugares donde se puede hacer fotos bonitas es desde el Mirador de San Nicolás.
En el Sacromonte conviven gitanos, , hosteleros, empresarios y un buen puñado de extranjeros que, se compraron una cueva, la rehabilitaron y hoy la utilizan como vivienda habitual. También las hay de alquiler. El Sacromonte sigue siendo la mejor cantera del flamenco .
Al mediodía nos fuimos a tomar cerveza y tapas y así poder reanudar el viaje hasta el cortijo. Mi madre y mi tía nacieron y se criaron allí . Hace poco mi tía lo compró con la intención de irse a vivir definitivamente cuando se jubile. Pero yo no lo creo , hará lo que ha hecho siempre viaje para el cortijo , viaje para Sabadell .
Bueno , solo os puedo decir que si os animáis , vengáis a Granada . La alegría está asegurada .
Adeu.
De Volgogrado a Cornellà por Katia 3 ESO
hola yo me llamo Katia .
Os voy a explicar de dónde soy. Soy de Volgogrado .
Volgogrado está situada al sureste de la parte europea de Rusia,
Su población es de un millón personas dentro de su término municipal actualmente.
Volgogrado se halla situada en la orilla derecha del río Volga . La ciudad ha crecido mucho a lo largo del río Volga , según mi abuela.
Volgogrado se considera una ciudad universitaria y uno de los principales centros estudiantiles y científicos del sur de Rusia. Está situada en la confluencia de los ríos Volga y Tsaritsa. Lo que más me gustaba, era pasear a orillas del río y ver los barcos que llevaban turistas y trabajadores de una ciudad a otra .
Desde Volgogrado para llegar a España tuvimos que atravesar Ucrania, Rumania, Hungría, Austria, Suiza, Francia y por fin España . Este verano iremos a ver a mi abuela pero el viaje lo haremos en avión porque mi madre tiene pocos días de vacaciones.
Ahora que ya llevo cuatro años en Barcelona , que tengo muchos amigos y puedo hablar con ellos , he decidido quedarme y estudiar aquí .
Aunque quizás regrese a Volgogrado algún día para quedarme. Ojalá .
Os voy a explicar de dónde soy. Soy de Volgogrado .
Volgogrado está situada al sureste de la parte europea de Rusia,
Su población es de un millón personas dentro de su término municipal actualmente.
Volgogrado se halla situada en la orilla derecha del río Volga . La ciudad ha crecido mucho a lo largo del río Volga , según mi abuela.
Volgogrado se considera una ciudad universitaria y uno de los principales centros estudiantiles y científicos del sur de Rusia. Está situada en la confluencia de los ríos Volga y Tsaritsa. Lo que más me gustaba, era pasear a orillas del río y ver los barcos que llevaban turistas y trabajadores de una ciudad a otra .
Desde Volgogrado para llegar a España tuvimos que atravesar Ucrania, Rumania, Hungría, Austria, Suiza, Francia y por fin España . Este verano iremos a ver a mi abuela pero el viaje lo haremos en avión porque mi madre tiene pocos días de vacaciones.
Ahora que ya llevo cuatro años en Barcelona , que tengo muchos amigos y puedo hablar con ellos , he decidido quedarme y estudiar aquí .
Aunque quizás regrese a Volgogrado algún día para quedarme. Ojalá .
De Nador a Hospitalet . Fátima 2 ESO
Malika tiene treinta años y hace doce que vive en Barcelona, proviene de una
aldea cercana a Nador . Su población se dedica fundamentalmente al comercio, interior y exterior, el contrabando entre las dos paises, la agricultura, la pesca ; tiene un zoco grandísimo. Malika de pequeña no fue a la escuela, trabajó en el campo hasta que se casó .
Después de unos años viviendo en la casa de sus suegros, Malika y Mohamed deciden emigrar a Barcelona.
Los primeros años en Barcelona fueron difíciles para Malika, sobre todo a la hora de buscar trabajo. Ahora ya tiene trabajo en una casa como asistenta . Ha aprendido el castellano y el catalán ya que su señora muchas veces no está en casa y le deja notas de lo que ha de hacer.
Malika echa de menos la vida en su pueblo , a su familia , sobre todo a su madre, y su trabajo en el campo.
Con gran ilusión se apuntó a la escuela de adultos y aprendió a leer y escribir. Cuando le escribe a su madre le dice que le gusta ir a la playa con sus niños. Malika tiene dos hijos, una niña y un niño: la niña nació en Nador y el niño en Barcelona.
Malika nos dice que mientras los niños sean pequeños, irá por vacaciones a Marruecos a ver a la familia, ya sabe por sus paisanos que cuando los hijos crecen, la cosa cambia.
En estos momentos está embarazada de su tercer hijo, ahora trabaja una tienda marroquí. Desearía tener algún día su propia tienda.
Suerte Malika ¡¡
Excursión a la Laguna de Tuti . David 1º ESO
Excursión con niños
El 26 Septiembre 2006, fuimos con las niñas y niños de 6º curso a la Laguna de TUTI, que se encuentra a 2 horas de Cochabamba en autobús, concretamente la visita se realizó por la Cuenca del Valle de Sacaba, que es otro valle que se encuentra entre 2600 a 2650 metros sobre el nivel del mar, rodeado por la prolongación de la Cordillera del Tunari.
Laguna de Tuti
La mañana comenzó con la actividad de la pesca. Tuve la oportunidad de comprobar la habilidad de estos niños y la facilidad que tienen usando unas artesanales cañas de pescar y de ver a las niñas como limpiaban el pescado.
Después una mamà y una compañera mía cocinaron los pescados.
También trajimos papas, arroz, yagua, ensalada, limón, refresco…
Antes de comer los niños se bañaron en la laguna a pesar de que el agua está muy fría.
Este día fue uno de lo más felices para todos .
También os animo a que vengáis a Bolivia , aquí la vida no es cara y si os gusta la naturaleza podéis hacer más excursiones , por ejemplo al Parque Nacional Tunari, al valle de Cochabamba, a Mizque, y muchos más.
Excursión a la Laguna de Tuti . David 1º ESO
Excursión con niños
El 26 Septiembre 2006, fuimos con las niñas y niños de 6º curso a la Laguna de TUTI, que se encuentra a 2 horas de Cochabamba en autobús, concretamente la visita se realizó por la Cuenca del Valle de Sacaba, que es otro valle que se encuentra entre 2600 a 2650 metros sobre el nivel del mar, rodeado por la prolongación de la Cordillera del Tunari.
Laguna de Tuti
La mañana comenzó con la actividad de la pesca. Tuve la oportunidad de comprobar la habilidad de estos niños y la facilidad que tienen usando unas artesanales cañas de pescar y de ver a las niñas como limpiaban el pescado.
Después una mamà y una compañera mía cocinaron los pescados.
También trajimos papas, arroz, yagua, ensalada, limón, refresco…
Antes de comer los niños se bañaron en la laguna a pesar de que el agua está muy fría.
Este día fue uno de lo más felices para todos .
También os animo a que vengáis a Bolivia , aquí la vida no es cara y si os gusta la naturaleza podéis hacer más excursiones , por ejemplo al Parque Nacional Tunari, al valle de Cochabamba, a Mizque, y muchos más.
El 26 Septiembre 2006, fuimos con las niñas y niños de 6º curso a la Laguna de TUTI, que se encuentra a 2 horas de Cochabamba en autobús, concretamente la visita se realizó por la Cuenca del Valle de Sacaba, que es otro valle que se encuentra entre 2600 a 2650 metros sobre el nivel del mar, rodeado por la prolongación de la Cordillera del Tunari.
Laguna de Tuti
La mañana comenzó con la actividad de la pesca. Tuve la oportunidad de comprobar la habilidad de estos niños y la facilidad que tienen usando unas artesanales cañas de pescar y de ver a las niñas como limpiaban el pescado.
Después una mamà y una compañera mía cocinaron los pescados.
También trajimos papas, arroz, yagua, ensalada, limón, refresco…
Antes de comer los niños se bañaron en la laguna a pesar de que el agua está muy fría.
Este día fue uno de lo más felices para todos .
También os animo a que vengáis a Bolivia , aquí la vida no es cara y si os gusta la naturaleza podéis hacer más excursiones , por ejemplo al Parque Nacional Tunari, al valle de Cochabamba, a Mizque, y muchos más.
Amsterdam por Cristian 3º ESO
Llegamos a Amsterdam y nos dirigimos a casa de mi abuelo (él nació en esta ciudad). El lunes fuimos hacia Harlem y mi abuelo nos explicó que las brujas de Harlem no fueron quemadas en la hoguera. Pero que nadie piense que las indultaron. En realidad fueron ahorcadas, que era la pena que las comunidades protestantes y calvinistas solían dictar para los casos de hechicería. Desde allí fuimos a pasar un par de días a Den Helder , e intentamos ver el museo marítimo pero no pudo ser . Desde allí, ya volvimos a Amsterdam .
Hemos visitado la casa museo de Ana Frank y paseado a las orillas de sus canales. También estuvimos en Bussum, un pueblo cerca de Amsterdam. El otro día estuvimos en Zeland.
Zeland es un conjunto de islas que están unidas por enormes puentes y diques que no dejan entrar el agua .
El tema es que estos diques por lo que nos han comentado se suelen cerrar solo 3 o 4 veces al año, cuando hace muy mal tiempo y hay posibilidad de subida de caudal.
Ayer nos fuimos a Enschede, un pueblo de Holanda que hace frontera con Alemania.
En Holanda las bicicletas son el vehículo muy popular y utilizado, las hay a miles, circulan por sus propios carriles-bici. Al conducir en coche por allí, hay que ir con mucho cuidado para no llevarse a algún ciclista por delante.
Cristian 3º ESO
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