Un día que mi mujer andaba de mal humor le dijo la verdad a aquella
buena señora que nos traía la ayuda de la Sociedad Asistencial de Roma y
que no dejaba de preguntarnos por qué traíamos tantos hijos al mundo:
“Si tuviéramos dinero, en la noche iríamos al cine… Pero como no lo
tenemos, nos vamos a la cama y así nacen los hijos”. La señora se sintió
ofendida al oír tales palabras y se fue sin decir nada. Yo regañé a mi
mujer porque no es bueno decir siempre la verdad, y antes de decirla uno
debe saber con quién trata. Cuando era joven, antes de casarme, a veces
me entretenía leyendo la nota roja del periódico de Roma, en la que
cuentan todas las desgracias que le pueden suceder a la gente, como
robos, asesinatos, suicidios, accidentes callejeros. Y de entre todas
estas desgracias, la única que me parecía imposible que pudiera pasarme,
era la de convertirme en lo que el periódico llamaba “un caso piadoso”,
es decir una persona tan desgraciada que inspira compasión sin que le
haya ocurrido ninguna desgracia en especial, sino así nomás, por el solo
hecho de existir. Era joven, como ya he dicho, y aún no sabía lo que
significa mantener a una familia numerosa. Pero ahora, con asombro, veo
que poco a poco me he convertido en un verdadero “caso piadoso”. Leía,
por ejemplo: viven en la más negra de las miserias. Bien, yo vivo ahora
en la más negra de las miserias. O bien: viven en casas que de casa sólo
tienen el nombre. Bien, yo vivo en Tormarancio, con mi mujer y seis
hijos en un solo cuarto y, cuando llueve, el agua va y viene por todas
partes . En otra ocasión: mi esposa, infeliz, cuando supo que estaba
embarazada, tomó una decisión criminal: deshacerse del fruto de su amor.
Pues bien, de común acuerdo tomamos esta decisión, mi mujer y yo, al
descubrir que estaba embarazada por séptima vez. En fin, decidimos
abandonar a la criatura en una iglesia, tan pronto como lo permitiera el
clima, confiándola a la caridad del primero que la encontrara. Mi mujer
gracias a la intercesión de esas buenas señoras, se fue a parir en el
hospital y, luego, apenas se sintió mejorada, regresó a Tormarancio con
el nene. Al entrar al cuarto, me dijo: “¿Me creerías que, a pesar de que
un hospital es un hospital, me hubiera gustado quedarme ahí con tal de
no regresar nunca?”Era un nene hermoso y robusto, con un galillo muy
fuerte; así que por la noche, cuando se despertaba y comenzaba a llorar,
ya no dejaba dormir a nadie. Cuando llegó el mes de mayo y el aire se
puso bastante tibio como para andar en la calle sin abrigo, salimos de
Tormarancio y nos fuimos a Roma. Mi mujer cargaba al nene apretándolo
contra su pecho, envuelto en un montón de trapos, como si fuera a
dejarlo en un campo cubierto de nieve. Al entrar a la ciudad, tal vez
para demostrar que no le dolía, empezó a hablar sin darse punto de
reposo, alterada, jadeante, con los cabellos al aire y los ojos
desorbitados. A veces hablaba de todas las iglesias donde podíamos
dejarlo, haciendo hincapié en que debía ser una iglesia frecuentada por
gente rica, porque si lo recogía alguien tan pobre como nosotros, más
valía quedarnos con él; en otras me decía que era preferible una iglesia
dedicada a la Virgen, porque la Virgen también había tenido un hijo, y
podía entender ciertas cosas y le concedería su deseo. Su modo de hablar
me cansaba y me ponía histérico, pues yo también estaba mortificado y
me inquietaba lo que estaba haciendo, pero me repetía que era necesario
no perder la cabeza, mostrarme sereno y animarla. Hice alguna objeción,
al menos para interrumpir aquel río de palabras, y luego propuse: “Una
idea… ¿Qué tal si lo dejamos en la Basílica de San Pedro?” Ella se quedó
pensando un instante, luego repuso: “No, ésa es más bien una plaza de
armas… ni siquiera lo verían… Prefiero hacer la prueba en una iglesia
chiquita que está en la calle Condotti, donde están todas esas tiendas
elegantes… Allí va mucha gente rica. Ése es el lugar”.Tomamos el autobús
y, viéndose entre tanta gente, por fin se calló. De vez en cuando
envolvía al nene de nuevo, apretado entre su cobijita, o le descubría el
rostro, con precaución, para mirarlo. El nene dormía, con su carita
blanca y chapeteada, hundida entre los trapos. Estaba mal vestido, como
nosotros. Lo único bueno que llevaba eran sus guantitos de lana azul, y
tenía las manitas , fuera, bien abiertas, como si los presumiera. Nos
bajamos en la plazoleta Goldoni, y de inmediato mi mujer reinició con su
parloteo. Se detuvo frente al escaparate de un joyero y, mostrándome
las joyas expuestas en repisitas forradas de terciopelo rojo, me dijo:
“Mira cuánta belleza… La gente viene a esta calle a comprar joyas y
puras cosas bonitas… Aquí no vienen los pobres… Entre tienda y tienda
van a rezar un rato a la iglesia… Tienen buena disposición… Ven al nene y
se lo llevan”.Decía esto mirando las joyas, apretando al nene contra su
pecho, con los ojos de par en par, como si hablara para sí misma. Yo no
tuve el valor de contradecirla. Entramos a la iglesia. Era pequeña,
pintada de color amarillo, jaspeado, como si fuera de mármol, con muchas
capillas y el altar mayor. Mi mujer dijo que la recordaba distinta, y
que ahora, viéndola bien, no le gustaba ni tantito. Pero mojó los dedos
en el agua bendita y se santiguó. Después, con el nene en brazos,
comenzó a recorrer lentamente la iglesia, examinándola con una actitud
descontentadiza y desconfiada. De la cúpula, a través de las lumbreras,
caía una luz fría pero clara. Mi mujer iba de capilla en capilla,
mirándolo todo: bancas, altares, cuadros, para ver si era el caso de
dejar ahí al nene. Yo caminaba detrás de ella, a una cierta distancia,
sin perder de vista la entrada. Entró de repente una señorita alta,
vestida de rojo, de cabellos rubios como el oro. Se arrodilló, forzando
la estrechez de su falda, rezó tal vez ni siquiera un minuto, se
persignó y salió sin mirarnos. Mi mujer, que había visto todo, me dijo
de pronto: “No, no me gusta… Aquí viene gente como esa señorita, que
tiene prisa de divertirse y ver tiendas. Vámonos”. Y diciendo esto,
salió de la iglesia. Remontamos un buen trecho por el Corso, siempre
corriendo, mi mujer adelante y yo tras ella. Cerca de la Plaza Venecia
entramos en otra iglesia. Ésta era más grande que la otra, muy oscura,
llena de telas, doraderas y vitrinas abarrotadas de corazones de plata
que brillaban en la oscuridad. Había mucha gente y, a ojo de buen
cubero, consideré que se trataba de gente adinerada; las señoras con
sombrero, los hombres bien vestidos. Un sacerdote manoteaba desde el
púlpito, predicando. Todo mundo estaba de pie, mirando hacia él, y pensé
que eso era bueno porque nadie nos observaría. Le dije a mi mujer, en
voz muy baja: “¿Quieres que lo dejemos aquí?” Me dijo que sí, a señas.
Nos dirigimos hacia una de las capillas laterales, muy oscura; no había
nadie y casi no se veía. Mi mujer cubrió el rostro del nene con una
punta de la cobija que lo abrigaba y luego lo dejó sobre una silla, tal y
como se deja un bulto estorboso, para sentirse más libre. Luego se
arrodilló y estuvo rezando un largo rato, con la cara entre las manos,
mientras yo, sin saber qué hacer, miraba los cientos y cientos de
corazones de plata de todos los tamaños, que tapizaban las paredes de la
capilla. Finalmente mi mujer se puso de pie, cariacontecida; se
persignó y, paso a paso, se alejó de la capilla, y yo tras ella, a
cierta distancia. En ese momento, el predicador gritaba: “Y Jesús dijo:
¡Pedro!, ¿adónde vas?” Lo percibí de inmediato, porque me pareció que me
lo preguntaba a mí. Pero cuando mi mujer se disponía a apartar la
cortina para salir, una voz nos hizo brincar a los dos: “Señora, dejó un
paquete en la silla”. Era una mujer vestida de negro, una de esas
beatas que se pasan todo el santo día entre la iglesia y la sacristía.
“Es cierto”, dijo mi mujer, “gracias… Se me olvidaba”. En fin, recogimos
el bulto y salimos de la iglesia más muertos que vivos. Ya fuera de la
iglesia, mi mujer dijo: “Nadie quiere a mi pobre hijo”, más o menos como
un vendedor que piensa vender pronto la mercancía y luego ve que en
todo el mercado no hay nadie que se interese por ella. Mientras tanto,
ella había empezado a correr de nuevo, con su modo enajenado, casi sin
tocar el suelo con los pies. Fuimos a dar a la Plaza de los Santos
Apóstoles. La iglesia estaba abierta y, tan pronto como entramos, al
verla tan grande, tan espaciosa y oscura, mi mujer me susurró al oído:
“Esto es lo que necesitamos”. Caminó decididamente hacia una capilla
lateral, dejó al nene sobre una banca y, como sí el pavimento le quemara
los pies, sin persignarse, sin rezar, sin siquiera darle un beso en la
frente, se alejó de prisa hacia el portón de la iglesia. Pero sólo había
dado unos cuantos pasos cuando la iglesia retumbó con un llanto
desesperado: era la hora de mamar, y el nene, puntual, lloraba porque
tenía hambre. Quizás mi mujer perdió la cabeza al oír un llanto tan
fuerte. Primero corrió hacia la puerta, luego volvió sobre sus pasos,
siempre corriendo, y, sin ponerse a pensar dónde estaba, se sentó en una
banca, tomó al nene en brazos y se desabrochó para darle el pecho. Pero
no acababa de sacarse completamente el pecho —que el niño, como un
verdadero lobo, agarró a dos manos, callándose al instante—, cuando una
voz grosera comenzó a gritar: “Esas cosas no se hacen en la casa de
Dios. ¡Fuera, fuera! ¡A la calle!”Era el sacristán; un viejito con
barbita blanca, y con una voz más grande que él. Mi mujer le dijo,
levantándose y cubriendo lo mejor que pudo la cabeza del nene y el
pecho: “La Virgen, sin embargo, en los cuadros siempre tiene a un niño
en brazos”. El sacristán le respondió: “Y tú quisieras ser como la
Virgen. ¡Presuntuosa!” Basta. Salimos de la iglesia y fuimos a sentarnos
en el jardín de la Plaza Venecia; allí mi mujer le dio el pecho al nene
hasta que éste se hartó y se durmió de nuevo. Ya era de noche. Estaban
cerrando las iglesias y estábamos muy cansados, como idiotas, sin que se
nos ocurriera nada. Me desesperaba el hecho de tener que pensar en algo
que no tenía ganas de hacer, y le dije: “Mira, ya es tarde y no aguanto
más. Tenemos que decidirnos”. Ella me contestó, con amargura: “Pero es
tu sangre… ¿Quieres abandonarlo en cualquier esquina así nomás, como si
fuera el cucurucho de tripas para los gatos?” Le dije: “¡Claro que no!
Pero ciertas cosas se hacen pronto, sin pensarlo mucho, o nunca se
hacen”. Y ella: “Lo que pasa es que tienes miedo de que me arrepienta y
me lo lleve otra vez a casa… ¡Ustedes los hombres son unos cobardes!”
Comprendí que no debía contradecirla en esos momentos y le contesté con
moderación: “Te comprendo, no te apures… Pero date cuenta de que por muy
mal que le vaya, siempre le irá mejor que si crece en Tormarancio, en
un cuarto sin excusado ni cocina, entre las cucarachas en invierno y las
moscas en verano”. Esta vez, ella no dijo nada. Sin saber adónde ir,
tomamos por la calle Nazionale, recorriéndola hasta la Torre de Nerón.
Poco más adelante, vi una callecita que subía, totalmente desierta, con
un coche gris, cerrado, parado frente a un portón. Tuve una idea: fui
hacia el coche, moví una de las manijas y la portezuela se abrió. Le
dije a mi mujer: “¡Pronto, éste es el momento…! Déjalo en el asiento
trasero”. Obedeciendo, ella dejó al nene bien acomodado en los asientos
posteriores, y luego cerré la portezuela. Hicimos todo esto en un
instante, sin que nadie nos viera. Luego la tomé del brazo y nos
alejamos corriendo hacia la Plaza del Quirinal. La plaza estaba desierta
y casi a oscuras, con pocos faroles encendidos bajo los palacios y
todas las luces de Roma brillando en la noche, tras los parapetos. Mi
mujer se acercó a la fuente bajo el obelisco, se sentó en una banca y de
pronto empezó a llorar, agachada, dándome la espalda. Le dije: “¿Y
ahora qué te pasa?” Y ella: “Ahora que lo he abandonado, siento que me
falta… Que me falta algo aquí, en el pecho, donde se me colgaba… ”Le
dije, por no dejar: “Bueno, es natural. Pero ya se te pasará”. Se alzó
de hombros y siguió llorando. Luego, de repente, se le secó el llanto
como se seca la lluvia en la calle cuando sopla el viento. Se levantó,
furiosa, y dijo, señalando uno de los palacios: “¡Ahora mismo entro ahí y
hago que me reciba el rey y le cuento todo!” “¡Detente!”, le grité,
jalándola de un brazo, “estás loca. ¿Qué no sabes que ya no hay rey?” Y
ella: “¿Y eso a mí qué me importa? ¡Voy a hablar con el que se quedó en
su lugar! Alguien ha de estar”. En fin, ella corría ya hacia el portón, y
no quiero ni imaginar el escándalo que habría armado si yo no le
hubiera dicho de pronto, desesperado: “¡Óyeme…! Cambié de idea…
Regresemos al coche nos llevamos al nene… Quiero decir que nos quedamos
con él… Al fin y al cabo, da lo mismo uno más que uno menos…” Esta idea,
que era la principal, suplantó inmediatamente a la de hablar con el
rey. “¿Crees que esté ahí todavía?”, dijo, mientras se encaminaba
rápidamente hacia la callecita donde estaba el coche gris. “Claro que
sí”, le contesté. “No han pasado ni cinco minutos”.En efecto, el coche
aún estaba ahí; pero en el preciso momento en que mi mujer se disponía a
abrir la portezuela, un hombre maduro, chaparro, con pinta de
autoritario, salió del portón, gritando: “ ¡Quieta, quieta! ¿Qué busca
en mi coche?” “¡Busco algo que es mío!”, respondió mi mujer sin voltear a
verlo y agachándose para recoger el bulto con el nene que estaba en el
asiento, pero el otro insistía: “¿Pero qué es lo que se lleva? ¡Este
coche es mío, mío! ¡No entiende?”. Hubieran visto a mi mujer.
Irguiéndose, lo embistió de esta manera: “¡Pero quién te quita nada! No
tengas miedo, nadie te quita nada. ¡Mira cómo escupo tu coche!” Y, dicho
y hecho, le escupió la portezuela. “Pero ese bulto… ”, siguió diciendo
el hombre, asombradísimo. Y ella: “No es un bulto… Es mi hijo…
¡Mira!”.Le destapó la cara al nene, mostrándoselo, y agregó: “Tú, ni
naciendo otra vez, podrás tener con tu mujer un nene tan bonito como
éste… ¡Y no te atrevas a ponerme las manos encima, porque grito y llamo a
los policías y les digo que querías robarme a mi hijo!”. En fin, le
dijo tantas cosas, que al pobre hombre, con la cara roja y la boca
abierta, por poco y le da un ataque. Finalmente, sin prisa alguna, se
alejó del coche y me alcanzó en la esquina de la calle.
Relatos de alumnos : diario de viaje
Relatos de alumnos : diario de viaje
DIARIO DE VIAJE
Querida hermana :
Me hubiera gustado mucho que hubieses venido con Alberto, Salva y conmigo al viaje a Brasov ( Rumania).
Como siempre Alberto no supo, hasta 24 horas antes, que podía partir
Yo había pensado visitar, al menos unas horitas, algunas ciudades europeas por las que íbamos a pasar . Ya te explicaré qué ciudades visitamos .
Te cuento que se te hubiesen puesto los pelos de punta, al ver todos los bultos que teníamos en la entrada de casa y en el pasillo : las maletas , los sacos de dormir, las neveras , comida etc..
Por fin el día 23-7-05 , cerca del mediodía, partimos rumbo a Brasov. Bueno tenía una pequeña esperanza de llegar a Constanza , pero en nueve días, el objetivo estaba bastante difícil.
Finalmente llegó la autorización de los jefes de Alberto y salimos de Barcelona por autopista dirección Francia .
Llevábamos la guía Michelín sacada de internet, que nos fue bastante útil.
Después de las paradas en las áreas de descanso de la autopista , para comer algo ligero , ir al lavabo y tomar café , pasando de largo la ciudad de Lyón
y atravesando muchos túneles , llegamos a Chatillon a los pies del monte Jura .
Llegamos de noche a – Chatillon ( habíamos recorrido aprox. 700 km. desde Barcelona ) al mismísimo monte Jura ( Suiza ).
Recordaba a mi profesor de latín del instituto masculino de Lugo que se le hacia la boca agua hablando del Jura , de la guerra de las Galias , etc en aquella aula- nevera .
Ya ha llovido , ¿ qué te parece?
Cuando Alberto y yo hacíamos el COU , tú no habías comenzado 1º de primaria , estabas todavía en parvulitos , eras nuestro ángel y lo sigues siendo.
Hemos conocido en un área de descanso en la autopista a una pareja portuguesa que trabaja de transportista , son de Guarda , un pueblo portugués, fronterizo con la provincia de Salamanca. Compartimos mesa en la zona de descanso de la autopista . Buena gente .
De noche, ha hecho mucho frío en Chatillon .Ya sabes , hermana, que no pego ojo , pero tenia que dormir porque sabes que yo no le quito al ojo a ningún conductor porque tengo miedo de que por cansancio se duerma al volante .
Atravesamos túneles y puentes y desde muchos metros de altura por la autopista se divisan pueblos en los valles. Dice Alberto que el paisaje es prealpino.
Como bien sabes, Alberto siempre tiene la razón o, como digo yo, siempre tiene ración .
2 dia. Salimos de Chatillon dirección Salburgo pasando Bern , Zurich, St Gallen, Insbruch.
De algunas ciudades me habían hablado mis profesores pero no podíamos pararnos en todas porque no teníamos ni tiempo ni dinero .
Como ya sabes lo que le gusta la montaña , Alberto estaba emocionado con el paisaje de las valles suizas. Atravesamos el Tirol.
Alberto repetía ante este paisaje: parece un belén, es perfecto . Pero tu ya sabes que yo no creo en la teoría de la perfección , mas bien en la teoría contraria, aunque tenia que reconocer que, al menos como turistas que eramos, idílico si que me parecía idílico , pero seguía pensando en mi interior que la vida de las personas que trabajan con ese frío, sobre todo en invierno , debía muy dura por mucha moral que le echen y muy avanzados que estén.
Encontramos una habitación a pocos kilometros de Salburg.
También hacia frio de noche y llovia .
En Salsburgo nos dimos unas vueltas y tú ya sabes que Alberto si no encuentra habitación a la primera , coge y se va , pero tuvimos suerte y encontramos una buena habitación.
Alberto se durmió enseguida, Curro se quedó viendo la tele y yo me metí en el lavabo a hacer anotaciones en el diario del viaje y a fumar medio cigarro.
Alberto cansado y malhumorado , repito, cansado de los aproximadamente 2ooo km conduciendo, cuando llegamos a Viena estaba realmente fatigado , pero de repente su humor cambió, cuando se metió entre pecho y espalda una buena salchicha y mejor cerveza , que para eso es un experto. Tú ya sabes.........................
¿Cómo es Viena? A mi me recuerda mucho ,en arquitectura , a Italia ; tiene unos jardines preciosos.
Me llamó mucho la atención en la plaza Lessing( comprobar ) un monumento sin ninguna inscripción en las paredes,
Me dí cuenta que sólo en el suelo se puede leer que es un monumento dedicado a las victimas del nazismo, a todos aquellos que murieron en los campos de concentración nazi ( en este momento me acordé de todo lo que nos había explicado el abuelo que quedó bien marcado por haberle tocado luchar en la guerra civil española).
Hemos visitado la iglesia de Sant Peter en Viena y hemos hecho un recorrido a pie por la ciudad.
Después de que Alberto y Salva se peleen por la cámara de video , graban unos minutos algo del centro de la ciudad de Viena y otra vez nos ponemos en ruta dirección Budapest .
Al llegar lo que más nos llama la atención es el Danubio por sus dimensiones.
También el agua es buena y abundante tanto para lavarse como para beber.
Lo comprobamos en el albergue.
Hermana, como te iba contando, el paisaje ahora es llano , grandes campos de girasoles y, una cosa a destacar, Hungría ya está globalizada ( Coca-cola, Ikea , Auchan( Alcampo ) , Wolswagen , etc )
Según mi profesor de Historia, Budapest le recuerda mucho la Barcelona de los años 70 .
Salimos de Budapest dirección Szeged y entramos en Rumania por Arad
Ya no hay autopista , circulamos por una carretera nacional muy transitada
Muy peligrosa por la velocidad y los adelantamientos.
Atravesamos pueblos pequeños y grandes como Arad, Deva
Llegamos pasada la medianoche a Brasov .
Brasov se merece otra carta .
un abrazo muy fuerte de
Alberto, Curro y mio.
busco feina - busco trabajo
os agradezco mucho que compartáis este mensaje
Me llamo Merve
Soy medica en proceso de homologación , me ofrezco para cuidar enfermos , mayores y/o ingresados en el hospital
Mi teléfono : 691532188
Mi email : mervealbayrak34@gmail.com
Soy medica en proceso de homologación , me ofrezco para cuidar enfermos , mayores y/o ingresados en el hospital
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Primo Levi : La tregua
http://es.scribd.com/doc/32285252/Primo-Levi-La-Tregua
La tregua es una obra de Primo Levi, que narra su experiencia en el viaje de retorno a Italia después de su permanencia en el campo de concentración de Auschwitz.
La obra se publicó en 1962 y ganó el premio Campiello.
En 1997 Francesco Rossi dirigió la película del mismo nombre inspirada en el libro de Levi.
La tregua es una obra de Primo Levi, que narra su experiencia en el viaje de retorno a Italia después de su permanencia en el campo de concentración de Auschwitz.
La obra se publicó en 1962 y ganó el premio Campiello.
En 1997 Francesco Rossi dirigió la película del mismo nombre inspirada en el libro de Levi.
Los viajes de Ulises por Sara 1º C
Sara 1rC
Argumento de la Odisea
La Odisea es un
poema
épico griego, compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero.
Narra la vuelta a casa del héroe griego Ulises tras
la Guerra de Troya.
Ulises tarda veinte años en regresar a la isla de Ítaca, donde poseía el título
de rey, período durante el cual su hijo Telémaco y su esposa Penélope han de tolerar en su
palacio a los pretendientes que buscan desposarla, al mismo tiempo que consumen
los bienes de la familia.
La mejor arma de Ulises es su astucia. Gracias a su
inteligencia es capaz de escapar de los continuos problemas a los que ha de
enfrentarse por designio de los dioses. Para esto, planea diversas estrategias,
bien sean físicas —como pueden ser los disfraces— o con audaces y engañosos
discursos de los que se vale para conseguir sus objetivos.
Ulises:
Fue uno delos héroes legendarios griegos que aparece como personaje central y que da nombre a la Odisea . Era rey de Ítaca , hijo de Laertes y Anticlea . Era esposo de Penélope , padre de Telémaco y hermano mayor de Ctímene , que sufrieron esperándolo durante veinte años: diez de ellos los había pasado luchando en la guerra de Troya y los otros diez intentando regresar a Ítaca con una serie de problemas y obstáculos que tuvo que enfrentar.
Su aspecto físico era de gran fortaleza, alto y robusto. Su cabello era largo y marrón.
Penélope:
Es la esposa de Ulises. Ella espera durante veinte años el retorno de su marido de la Guerra deTroya .Por esta razón se la considera un símbolo de la fidelidad matrimonial.Mientras su esposo está fuera, Penélope es pretendida por múltiples hombres. Para mantener su castidad ante la ausencia de su marido, ésta idea un gran plan. Les dice a los pretendientes que aceptará la desaparición de Ulises, con la consecuente promesa de un nuevo enlace, cuando termine de tejer un sudario, para cuando falleciese el ex rey Laertes . Para mantener el mayor tiempo posible este tejido en elaboración,procura deshacer por la noche lo que teje durante el día,y de esta forma
soporta los 20 años. Justo cuando Ulises llega a casa, Penélope termina la labor, Ulises mata a los pretendientes y permanece con ella. Penélope era guapa, rubia, simpática y fiel.
Telémaco: Es el hijo de Ulises y de Penélope. Telémaco era todavía un niño cuando su padre marchó a la Guerra de Troya , y en sus casi veinte años de ausencia creció hasta hacerse adulto. Después de que los dioses en asamblea hubieran decidido que Ulises debía volver a casa desde la isla de Ogigia , Atenea ,adoptando la apariencia de Mentes , rey de los tafios , fue a Ítaca y advirtió a Telémaco que expulsase de su casa a los molestos pretendientes de su madre y se dirigiese a Pilos y a Esparta a fin de recabar información sobre su padre. Desde Esparta, Telémaco regresó a casa, y una vez allí encontró a su padre con su fiel porquerizo Eumeo . Telémaco era alto guapo y robusto, como su padre.
Hermes
:
Es el dios de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores , de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general,de la astucia de los ladrones y los mentirosos. Era guapo y su cabello era marrón.
Zeus:
Es el rey de los dioses olímpicos ,gobernante del monte Olimpo y dios del cielo y el trueno . Zeus fue frecuentemente representado por los artistas griegos en dos poses: de pie, avanzando con un rayo levantado en su mano derecha, y sentado majestuosamente. Hijo de Cronos y Rea , era el más joven de sus descendientes. En la mayoría de las tradiciones aparece casado con Hera , aunque en el oráculo de Dódona su esposa era Dione , con quien según la Ilíada fue padre de Afrodita .Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea , Apolo y Artemisa , Hermes , Perséfone , Dioniso , Perseo , Heracles , Helena , Minos y las Musas . Con Hera suele decirse que fue padre de Ares , Hebe , Ilitía y Hefesto .
Atenea
: Atenea o Atena, es la diosa dela sabiduría ,la estrategia y la guerra .Fue considerada una mentora de héroes y adorada desde la Antigüedad como patrona de Atenas , donde se construyó el Partenón para adorarla.Fue asociada posteriormente por los romanos con Minerva .
El rey Midas
•Midas era un rey que tenia innumerables tesoros y riquezas
•Era ambicioso y muy codicioso y siempre quería más y más
•¿Qué deseo le concedió Dionisio a Midas?
•Todo lo que tocara se le convertiria en oro.
•¿Midas era feliz?
•Midas no era feliz porque cuando abrazó a sus hijos también se convirtieron en estatuas de oro. Y cuando queria comer o beber tampoco podía porque todo lo que tocaba se convertía en oro.
•¿Como podía Midas librarse de tal hechizo?
•Para liberarse del hechizo tenía que bañarse en una fuente.
•¿Por qué el dios Apolo
castiga al rey Midas?
•Pues lo castiga porque no lo eligió como el mejor músico .
•¿Como descubrió el barbero que Midas tenía orejas de burro?
•Porque era el único ante el cual el rey Mida se descubría su cabeza .
•Moraleja : Ser muy ambicioso y querer tenerlo todo, nos puede llevar a perderlo todo.
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