LOS AMIGOS SIN DINERO
SE dicen muchas cosas sobre la amistad, pero, en resumidas cuentas, ¿qué quiere decir ser amigo? ¿Bastará, como hice yo durante cinco años seguidos, con ver en el bar de la Plaza Mastai siempre al mismo grupo, jugar siempre la partida con los mismos jugadores, discutir de fútbol siempre con los mismos hinchas, ir juntos de excursión, al estadio, al río, comer y beber juntos en el mismo mesón? ¿O bien hará falta, de ahora en adelante, dormir en la misma cama, comer con la misma cuchara, sonarse la nariz con el mismo pañuelo? Yo, cuanto más pienso en este asunto de la amistad, más me pierdo. Durante años y años creemos que somos íntimos, uña y carne, como se dice, que nos queremos, que somos como hermanos. Y luego, de pronto, descubrimos, en cambio, que los demás habían guardado las debidas distancias y que nos criticaban, e incluso no nos podían ver, y en resumen, que no experimentaban por nosotros no digo amistad, sino ni siquiera simpatía. Pero entonces, digo yo, ¿la amistad sería una costumbre, como tomar café o comprar el periódico; una comodidad, como la butaca y la cama, o un pasatiempo, como el cine o el cuartillo de vino? Pero si es así, ¿por qué la llaman amistad y no la llaman mejor de otra manera?