Alberto Moravia: "Las mujeres son la parte salvaje de la humanidad" Entrevista de Marcela Smokovic, - Roma - 04/07/1985 /

El escritor Alberto Moravia, de 77 años, vive con una muchacha española llamada
Carmen Llera, que tiene menos de la mitad de sus años. Desde la altura de esa edad, el autor de Los indiferentes reflexiona y declara que llegó tarde a ser joven, por lo que ahora se dedica a recuperar el tiempo perdido. En la casa romana del novelista no existen huellas ostensibles de lo que podría llamarse la tradicional presencia femenina. Dice el escritor que "la mujer es la parte salvaje de la humanidad". Llama la atención la claridad mental del personaje. Moravia es seco en sus respuestas, pero se palpa en él la certidumbre y tranquilidad interior. La vejez y la amistad son algunos de sus grandes temas como conversador. Y, sobre todo las mujeres.
Pregunta. ¿Qué es para usted la vejez?
Respuesta. La vejez no existe. Cumplir los 77 años no ha significado nada para Carmen Llera
mí. Lo que se llama vejez es una enfermedad como cualquier otra en la cual al final uno se muere
irremisiblemente. Yo hago las mismas cosas desde que tenía 20 años, quizá más. Fui joven muy tarde.
P. Borges ha afirmado en cierta ocasión que se es viejo únicamente cuando se acaba la capacidad de
asombrarse.
R. Eso no es verdad. Piense en los adolescentes, o en los niños; los primeros no se asombran casi nunca y casi
de nada, y los niños no se sorprenden nunca de nada. No, no creo que el asombro o la sorpresa sea un
atributo específico de la juventud. El viejo es sólo un hombre que se siente viejo. Piense en don Quijote o en el
rey Lear. Don Quijote pierde jornadas enteras en La Mancha; los jóvenes no hacen nunca estas cosas. En
cuanto a mí, yo no soy viejo. Escribí m primer libro, Los indiferentes, con 16 años, y con 18 lo publiqué con
éxito. Mi adolescencia transcurrió junto con mi enfermedad. Llegué a joven tarde y ahora tengo que
recuperar el tiempo perdido.
P. ¿Escribe mejor un escritor que sufre?
R. Muchos piensan que el dolor ayuda a la creación literaria. Yo pienso todo lo contrario.
P. ¿Qué es la amistad?
R. Las amistades con los escritores son como todas las demás amistades. Muchos de mis amigos han muerto,
como Pasolini. Creo que la amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso hay que salvarla como sea.
P. ¿Qué es la mujer en su vida?
R. Mis libros son novelas dramáticas disfrazadas de novela. Los indiferentes fue una tentativa de fundir el
teatro con la novela. Me vino espontáneamente. Pero no amo mis libros. Me gustan más los de los otros. Y
por lo que se refiere a las mujeres... Las mujeres son la mitad de la humanidad. Son la humanidad salvaje,
porque han estado siempre constreñidas a permanecer en las lindes del poder social. Esto significa hoy estar
en condiciones aventajadas. Como emerge el Tercer Mundo emergen también las mujeres. En mis libros está
todo lo que yo pienso sobre las mujeres. En cuanto al amor con una mujer pienso que el amor es como un
árbol con muchas ramas y muchísimas raíces. Y la traición no se refiere al amor; la traición es una palabra
militar, quizá existe en la amistad.
POLÍTICA Y LITERATURA
P. ¿Ha pensado abandonar la literatura por la política?
R. Andreotti dijo una vez que jamás había pensado en dejar la vida política; yo, la literatura. Yo no hago de
político. No existe ningún partido que me convenza. Desde mi púlpito de estudioso he decidido combatir
contra la bomba atómica. Por otra parte, el mismo partido comunista sabe muy bien que en algunos aspectos
no pienso como ellos. Pero creo que es necesario arrancar el problema atómico al mundo político. Los
políticos son eso, políticos.
P. ¿Es usted un pacifista?
R. No tengo relaciones de ningún tipo con el pacifismo. Sin embargo, es importante saber que en 1945
existían tres bombas atómicas y que hoy hay ya 50.000. San Juan escribió el libro del Apocalipsis para los
gobernantes, los cuales ya saben que este llegará. Informar a la gente es mi deber.
P. Su último trabajo, El hombre que mira, editado hace pocas semanas, es considerado como antítético de Los
indiferentes.
R. Será verdad, si lo dicen. Es una novela romántica, no un libro pornográfico. El voyeurismo del libro es una
metáfora.

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